domingo, 6 de enero de 2013

PALABRAS QUE CONSTRUYEN

Si hacemos memoria, nos daremos cuenta que conocemos muchos refranes sobre una virtud poco desarrollada en el ser humano: Escuchar con atención y hablar lo justo. La sabiduría popular ha consagrado muchos refranes: “A buen entendedor, pocas palabras bastan”, “Habla poco, escucha más y no errarás”, “Hablando se entiende la gente”, “Más vale un palabra a tiempo que cien a destiempo”, “Somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos”, etc. Tal vez podríamos agrandar esta lista, pero una muestra nos alcanza. ¡Que importante es escuchar bien y hablar lo que corresponde! Para las relaciones humanas, en especial en el seno de la familia, esta verdad es muy significativa, hace a la comunicación y a la armonía entre todos los integrantes. Al mirar la Biblia con su eterna sabiduría, descubrimos que hay también un llamado a una correcta comunicación entre las personas: “Eviten toda conversación dañina. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan”. (Efesios 4:29) Tal como lo dice la Biblia, hay palabras, conversaciones que dañan a los demás: los chismes, las verdades a medias, la opiniones interesadas, las expresiones llenas de agravios y rencores, producen enojos, desaliento, en algunos casos baja autoestima, y una serie de daños que cuesta mucho revertir. El consejo es que nuestras palabras no sean destructivas más bien aquellas que ayudan a crecer. La verdad dicha con amor, el comentario que ayuda a corregir el error, la palabra de aliento al triste o desamparado, son buenos ejemplos de palabras que construyen. Es cierto que uno no puede dar lo que no tiene, por eso una buena fuente donde saciar nuestra necesidad es Dios, que contrariamente a los que muchos creen, está cerca de nuestras necesidades y siempre dispuesto a ayudarnos. Por tu familia, por tu hogar, te invitamos a hacerlo.