sábado, 15 de febrero de 2014

ENTENDER PARA AYUDAR por Américo Giannelli

"No existen los super héroes. Solo son el producto de la imaginación de un libretista, que ha sido llevado a la pantalla de la televisión o al cine". Esa sería la respuesta que cualquiera de nosotros daría a la siguiente pregunta: Los super héroes ¿existen?. No obstante ello, nos sucede algo curioso. Las personas tenemos una notable tendencia a idealizar a aquellos que por distintos motivos sobresalen al resto. Hemos visto líderes políticos muy carismáticos, deportistas sobresalientes, pensadores muy inteligentes, profesionales muy capaces, músicos destacados, predicadores evangélicos muy elocuentes, etc. a los cuales las personas han idealizado. Existe una frase de lo que denominamos la "sabiduría popular", que define correctamente el lugar en que se ubica a estas personas: "están mas allá del bien y del mal". Como consecuencia de este pensamiento, observamos la manera en que se ignora o en algunos casos se exalta la parte negativa de las personas. En nuestro país tenemos lamentables ejemplos. Cuando nos acercamos a la Biblia, podemos leer historia de hombres y mujeres que, según el caso, nos dejan ejemplos a seguir en nuestra vida. Muchos de ellos se destacaron; su coraje, decisión y fidelidad a Dios, son un verdadero estímulo para cada uno de nosotros. Otros también nos dejan su ejemplo, pero por el contrario para que aprendamos de sus fracasos. De los ejemplos que tenemos en la Palabra de Dios, quisiéramos mencionar al rey David. Dios lo eligió porque buscaba "un varón conforme a su corazón" (1ª Sam.13:14 / Hechos 13:22). Un maravilloso calificativo que seguramente todos quisiéramos detentar. Sin embargo, leyendo su historia, descubrimos que su vida estuvo llena de luchas, que disfrutó de los triunfos y lamentó sus fracasos. Podríamos resumir sus luchas con tres nombres, ya que cada uno de ellos describe las distintas áreas en donde tuvo sus conflictos. El primer nombre es Saúl. Su predecesor en el reino, nos describe los problemas que David tuvo que sobrellevar, problemas que él no había generado, pero lo afectaban. Los cristianos tenemos que enfrentar conflictos parecidos a los que David tenía con Saúl, no los originamos, pero de todas formas tenemos que sobrellevarlos. El segundo nombre es Absalón, el tercer hijo de David. Él se sublevó contra su padre y se hizo proclamar rey, tratando de usurpar el trono de Israel. Esto produjo una guerra interna que terminó con su vida produciendo una profunda tristeza en el corazón de David. La lucha no fue contra un enemigo externo, sino con uno de su circulo íntimo, su propio hijo. Al igual que David, muchas veces los problemas que nos afectan surgen de nuestro entorno más cercano: la familia, los amigos, la iglesia; y justamente por ser tan cercano, la tristeza se potencia. El tercer nombre es Betsabé, la historia podemos leerla en 2ª Sam. cap. 11. Sin lugar a dudas este fue el gran fracaso de David. Él no tuvo que luchar contra un ejército extranjero, tampoco hubo un conflicto con sus más íntimos. David estaba solo, la lucha era contra sus propias pasiones. Su sabiduría, astucia y capacidad militar de nada le sirvieron, porque esa batalla se pelea con otras armas. Es cierto que Satanás ataca al cristiano en todos los flancos posibles, es el león rugiente que busca la presa, espera la oportunidad y asesta el golpe. Muchas veces como David, los creyentes le brindamos una oportunidad al Diablo, que de ninguna manera desaprovechará. En este último punto queremos detenernos. Los creyentes nunca deberíamos olvidarnos que el flanco más débil de nuestra vida, no son las luchas externas, ni los conflictos de nuestro circulo íntimo. Nuestro talón de Aquiles, es el corazón, es nuestra mente, allí es donde el Diablo tiene sus más grandes victorias. Recordamos lo que dice la Escritura: "Todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal" (Gen. 6:5), "Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso" (Jer. 17:9), Pablo a los Romanos en el cap. 7 describe con absoluta claridad el conflicto en nuestro interior a causa del "mal que mora en mí" (Rom. 7:21). Santiago en el capitulo 1 nos informa acerca del mecanismo de la tentación, allí se refiere a "nuestras propias concupiscencias" o dicho de otra manera a nuestra tendencia natural a lo malo. Hermanos no podemos caminar por este mundo ignorando esta verdad, ya que vivir pensando que nunca nos va atrapar, es manejarnos negligentemente frente al peligro. Allí tenemos la razón fundamental de por qué pasan, las cosas que nos pasan. Cuando un hermano ha caído y confesado su pecado, cuando ha habido verdadero arrepentimiento y el pecado ha sido juzgado; allí comienza el proceso de la restauración. Insistimos, arrepentimiento genuino, porque tal como lo describe el Hno. Luis Palau: "la confesión sin arrepentimiento, es un fraude". Pablo le explica a los Gálatas en el cap. 6:1, quienes y como debe encararse el proceso de la restauración: Aquellos que son espirituales (no dice que deba ser únicamente tarea de los ancianos o líderes de la Iglesia) con espíritu de mansedumbre o humildad (es decir con una disposición al amor, el perdón y la paciencia) y en tercer lugar "considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado". Como hemos visto, el apóstol era consciente del flanco débil del ser humano. Ese conocimiento primero nos brinda auxilio en pos de una vida santa, pero también es un elemento imprescindible para ayudar al hermano que ha caído. Pensamos, que muchas veces no hemos podido ayudar a nuestros hermanos disciplinados, justamente porque no entendemos la naturaleza de nuestras debilidades. Nos cuesta descender del pedestal en que nos hemos colocado. Con seguridad si hiciéramos el examen que nos demanda la Palabra, tendríamos mas en cuenta nuestras debilidades y podríamos comprender mejor aquello que llevó a nuestro hermano a la caida. No estamos diciendo que debemos ser indulgentes, por el contrario, creemos que la actitud es ponerse en la sintonía del Señor. David dice acerca de Dios: "Porque Él conoce nuestra condición, se acuerda de que somos polvo" (Salmo 103:14). Allí está el ejemplo de Dios: Nunca ha perdido de vista nuestra realidad, por eso es efectiva su ayuda. Sabe que somos pecadores, sabe que somos incapaces de alcanzar la justicia por nuestros méritos, sabe que el pecado no puede ser pasado por alto. Por eso Cristo vino a la tierra a morir en nuestro lugar, ¡gracias a Dios por tanta misericordia!. De una cosa mas debemos estar convencidos: Aquel que ha caído, puede alcanzar la restauración por la obra de Dios. En ocasiones, expresamos frases como: "ojalá Dios pueda hacer la obra, pero...", "es muy difícil", o "este hermano no tiene mas remedio", etc. Expresiones que pueden llevar cierto grado de veracidad, pero cuando es dicho de antemano lo único que manifiesta es un prejuicio malicioso. Ya lo hemos expresado en mas de una oportunidad a nuestra congregación: si no creemos que Dios puede cambiar la vida de las personas, mejor nos dedicamos a otra tarea. No ignoramos el hecho de que hay hermanos en nuestras iglesias que se han apartado pensando que para ellos no hay restauración. Si la hay, porque Dios siempre tiene a sus siervos fieles y espirituales que están dispuestos a ayudar, dispuestos a restaurar. Podemos tal vez en este momento acuñar un axioma: En la comunión con los santos, siempre hay restauración; fuera de ese circulo seguro que no. Tal vez todavía no hemos descubierto lo maravilloso que es poder ayudar a otros, pero para poder hacerlo eficazmente, es necesario entender por qué el hermano ha llegado a esa situación, tomar conciencia que nos puede ocurrir a nosotros, y finalmente redescubrir el poder de Dios que levanta a los caídos.

domingo, 6 de enero de 2013

PALABRAS QUE CONSTRUYEN

Si hacemos memoria, nos daremos cuenta que conocemos muchos refranes sobre una virtud poco desarrollada en el ser humano: Escuchar con atención y hablar lo justo. La sabiduría popular ha consagrado muchos refranes: “A buen entendedor, pocas palabras bastan”, “Habla poco, escucha más y no errarás”, “Hablando se entiende la gente”, “Más vale un palabra a tiempo que cien a destiempo”, “Somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos”, etc. Tal vez podríamos agrandar esta lista, pero una muestra nos alcanza. ¡Que importante es escuchar bien y hablar lo que corresponde! Para las relaciones humanas, en especial en el seno de la familia, esta verdad es muy significativa, hace a la comunicación y a la armonía entre todos los integrantes. Al mirar la Biblia con su eterna sabiduría, descubrimos que hay también un llamado a una correcta comunicación entre las personas: “Eviten toda conversación dañina. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan”. (Efesios 4:29) Tal como lo dice la Biblia, hay palabras, conversaciones que dañan a los demás: los chismes, las verdades a medias, la opiniones interesadas, las expresiones llenas de agravios y rencores, producen enojos, desaliento, en algunos casos baja autoestima, y una serie de daños que cuesta mucho revertir. El consejo es que nuestras palabras no sean destructivas más bien aquellas que ayudan a crecer. La verdad dicha con amor, el comentario que ayuda a corregir el error, la palabra de aliento al triste o desamparado, son buenos ejemplos de palabras que construyen. Es cierto que uno no puede dar lo que no tiene, por eso una buena fuente donde saciar nuestra necesidad es Dios, que contrariamente a los que muchos creen, está cerca de nuestras necesidades y siempre dispuesto a ayudarnos. Por tu familia, por tu hogar, te invitamos a hacerlo.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

CONSTRUYENDO DIQUES

La mañana en la playa invitaba a disfrutarla a pleno. La marea estaba bajando y se podían ver algunas lagunas que quedaban atrapadas por lo desparejo del terreno. Esos espacios de agua son ideales para que las criaturas puedan jugar sin peligro. A lo lejos observamos a un padre de familia junto a sus dos pequeñas hijas. Las niñas están encantadas, porque ven a su papá realizando lo que para ellas era una increíble obra de ingeniería: Con la palita de una de ellas el papá está construyendo un dique para que el agua no se escurra y sus hijas jueguen allí. Claro, para ellas era fantástico, porque estaban viendo que su papá dedicaba tiempo y esfuerzo para ellas. Mientras mirábamos esta hermosa escena, pensamos en que de alguna manera representa claramente el rol que le cabe a los padres en relación a sus hijos: proveer de diques de contención para ellos. En el tiempo que nos toca vivir, marcados con la intolerancia, la violencia, y los desencuentros; es necesario que los padres asuman la responsabilidad fundamental de la crianza de sus hijos. La Biblia con mucha sabiduría, nos provee un consejo que es importante considerarlo: “Ustedes, los padres, no exasperen a sus hijos, sino edúquenlos en la disciplina y la instrucción del Señor”. Esto nos da la pauta que lo que se pretende, no es autoritarismo en el hogar, sino más bien educación con amor de tal manera que nuestros hijos puedan crecer y estar advertidos de los peligros que hoy acechan permanentemente. Algunos de los elementos esenciales para un buen dique de contención son: La comunicación, la comprensión y la entrega. Pero además podemos observar en esa parte de la Biblia que hemos mencionado, que se agrega un elemento muy importante, la instrucción es efectiva cuando se busca a Dios como fuente de toda sabiduría. Por tu familia, por tu hogar, te invitamos a hacerlo.

LA FAMILIA, EL REMEDIO DIVINO PARA LA SOLEDAD

Vivimos en un mundo hipercomunicado, pero en donde paradójicamente, las personas están solas. Podemos observar multitudes que caminan juntas, pero que se sienten solas. ¿Podríamos definir a qué llamamos soledad?. Es aquella dolorosa percepción de que carecemos de contactos significativos con los demás. Incluyendo una sensación de vacío interior que puede estar acompañada muchas veces de tristeza, desaliento, un sentido de aislamiento, inquietud, ansiedad y un intenso anhelo de ser querido o necesitado por alguien. La soledad puede tener muchas y variadas causas. Quisiéramos enumerar algunas: Las relaciones familiares malsanas, es decir la falta de lazos cariñosos desde los primeros años de vida. Esto contribuye a la experiencia de soledad. La actitudes independientes que nos hacen actuar como si fuéramos fuertes individualistas, absolutamente autónomos, liberados de Dios y de los demás. El temor: Hay una frase que dice: "La gente se siente sola porque construye paredes en lugar de puentes". Esto sucede por el temor a la intimidad, a que a uno lo conozcan, el temor al rechazo o al ser lastimado. La hostilidad: Algunos se sienten solos porque mantienen sentimientos de ira o resentimiento que hace que los demás se aparten de ellos y los eviten. La incapacidad para comunicarse: Cuando alguien no tiene disposición para comunicarse, o cuando no saben hacerlo honestamente, hay un persistente aislamiento y soledad aunque los afectados estén rodeados de otras personas. Las causas espirituales: San Agustín oraba: "Nos hiciste para ti, y el corazón del hombre no descansa hasta encontrar descanso en ti." Hay soledad que resulta de la falta de una experiencia personal con Dios. El individuo abiertamente rebelde contra Él muchas veces siente una profunda soledad existencial que sólo puede ser corregida llenando el vacío que la falta de Dios produce en cada corazón humano "hasta encontrar descanso" en Él. Esa misma soledad muchas veces resulta de una despreocupación por el cuidado de Dios y las demandas que Él nos hace. Ahora bien, desde las primeras páginas de la Biblia, encontramos a Dios en su función de creador de todas las cosas, de los seres vivos y de los inanimados. Desarrollando su tarea creadora en forma bella y perfecta, demostrando así su infinita sabiduría. Él ha hecho todas las cosas, siendo su obra máxima el hombre mismo. Es interesante notar que luego que creó al hombre, Dios sentenció que “no es bueno que esté solo”, por lo tanto formó a Eva para que fuese su ayuda idónea, estableciendo una institución que podría satisfacer las necesidades sociales, afectivas y emocionales del ser humano: La Familia. La constitución de la primera familia, fue la manera sabia de Dios, para luchar contra la soledad, estableciendo un vínculo fuerte basado en la integridad y el amor. El grave problema del ser humano es que está destruyendo el remedio de Dios para la soledad, sumergiéndose así en una mayor confusión social. Lógicamente, la gran pregunta que surge es: ¿cómo hacemos para que la familia sea perdurable? En primer lugar, debemos volver a las fuentes y escuchar al inventor de la familia, a Dios, rescatando los valores morales y espirituales, que lejos de quedar desactualizados, son el único factor de éxito para la estabilidad en el hogar. En segundo lugar debemos fomentar el amor, la comunicación y la pureza; para que la integración sea fuerte y provea a la estabilidad emocional a todo el núcleo familiar. Finalmente, para aquellos que piensan que el amor se puede extinguir, los invitamos a considerar al amor como un sentimiento que debe ser alimentado permanentemente en palabras y actitudes, de tal modo que se fortalezca y renueve cada día, proveyendo a la familia de una atmosfera de paz y armonía necesaria para la realización tanto individual como colectiva.

miércoles, 29 de julio de 2009

¿Te sientes cansado?

Existe una diferencia entre estar cansado y sentirse cansado. Cuando uno está cansado, objetivamente es el resultado de un gran esfuerzo en donde el organismo se agota y necesita reponer las energías gastadas. No es malo cansarse, a veces el no gastar las energías que genera el cuerpo deriva en otras complicaciones. Sin embargo hay personas que sin haber hecho esfuerzos físicos se sienten cansadas. Es mas sus rostros revelan ese cansancio. ¿Qué es lo que sucede? El estrés de este tiempo hace mella en nosotros y cada vez son mas las personas que sienten un agotamiento mental y espiritual. Esto revela un problema que tiene solución.

En la Biblia encontramos hermosos ejemplos de personas que hallaron descanso para sus almas. En el libro primero de Samuel nos encontramos con Ana, una mujer piadosa, pero que sin embargo se sentía angustiada por el hecho de no poder tener hijos. Si leemos todo el capitulo conoceremos la historia completa de esta mujer, no obstante queremos destacar algunos aspectos que nos pueden ser de utilidad.

En primer lugar observamos que Ana gozaba del favor de su esposo, él le daba lo mejor (vs. 4, 5), obviamente las cosas materiales no sirven para calmar la angustia del corazón. Luego vemos que hay algo que anima a Ana, y es la preocupación de su esposo (vs. 8), indudablemente es muy bueno sentirse apreciado y querido, eso fortaleció a Ana que decidió alimentarse. No podemos dejar de pasar el hecho de que las palabras de ánimo y aceptación hacia el otro siempre hacen bien.
Pero lo que se destaca en Ana es que canaliza toda su angustia en la única persona que podía verdaderamente consolarla: Dios. Ora con fervor, pero como dice el vs. 15 ella derramó su alma delante de Dios, es decir desahogó su pena delante del Señor. Es interesante notar que cuando concluyó la oración y su conversación con el Sacerdote Elí, la Escritura nos enseña que Ana se fue “por su camino, y comió, y no estuvo más triste” (vs. 18). Podemos afirmar que luego de orar a Dios y abrir su corazón reverentemente para exponer su causa, recibió el descanso que estaba buscando.

¿Podemos ver hermanos la lección que nos deja Ana? Siempre tendremos problemas y dificultades en el devenir de nuestra vida, algunos de ellos por su complejidad o por su duración en el tiempo podrán angustiarnos, agotarnos, quitarnos las motivaciones, o hacernos sentir fracasados. Todo esto es probable, pero notemos que cuando estamos en esa situación, al igual que Ana podemos hallar en Dios descanso y fortaleza para nuestras almas. La Biblia nos declara que: “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (Isaías 40:29). Además en el Nuevo Testamento el Señor Jesús nos hace una invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28).

La oración es un medio extraordinario, Ana si pudiera seguramente nos diría: ¡oren al Señor, hallarán descanso!, es bueno recordar también lo que el apóstol Pablo nos aconseja: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6, 7)

Finalmente hay un punto que es interesante, Ana dejó su carga a los pies del Señor, recibió consuelo, pero también recibió una solución. En este caso fue la respuesta afirmativa para su ruego: Dios le dio un hijo. Él además de consolarnos, siempre nos dará una solución, dentro de sus sabios y perfectos planes; tal vez no la que nosotros pensemos que es la mas correcta, pero seguro la que será para nuestro bien (Romanos 8:28)

¿Te sientes cansado? ¿La carga es cada vez mas pesada? Sigamos el ejemplo de Ana, abramos nuestro corazón en la presencia del Dios santo, justo y amoroso, dejemos todo en sus manos y hallaremos descanso para nuestras almas.

Salmo 23
“Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me
seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días”.

La comunión unos con otros

En estos días de distanciamiento social por causa de la gripe A, no son pocos los hermanos que nos han manifestado que extrañan las actividades y principalmente la comunión unos con otros. “¡Extrañamos a los hermanos!”, es la frase que escuchamos.

Sin lugar a dudas, esto es una excelente demostración de lo bien que nos hace la comunión cristiana, y de cómo aprendemos a valorar aquello que nos falta. Justamente, de todas las bendiciones que recibimos en Cristo; el ser parte de la iglesia local, es un maravilloso regalo divino.

Si miramos los comienzos de la iglesia en Jerusalén, nos damos cuenta que vivían una intensa comunión (Hechos 2:41-47 / 4:32-35). De la lectura de estos pasajes se desprende que estar en comunión no significa pertenecer a un grupo denominacional, o integrar la nómina de una iglesia local. La comunión, así como lo entendieron nuestros primeros hermanos en Jerusalén, es compartir la fe en Cristo, la alegría de la salvación, la hermandad en forma práctica y el testimonio del evangelio.

La comunión unos con otros es una bendición de Dios para los creyentes, ahora bien, ¿cómo es posible que esta bendición no se transforme en una carga como parece suceder en algunos casos?

El apóstol Pedro nos enseña al respecto: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1ª Pedro 1:22)

El amor fraternal se refiere al amor de hermanos; este amor es muy particular, porque surge del hecho de tener cosas en común: tener los mismos padres, la misma sangre, los rasgos parecidos, la misma crianza, etc. Pero Pedro agrega tres elementos que son fundamentales en esta clase de amor: debe ser sincero, debe ser entrañable, debe ser puro.

El hecho sobresaliente de que por la fe en Cristo ahora seamos hijos de Dios (Juan 1:12), nos hace pensar que debemos amar como Él amó. Por eso no es extraño que el apóstol nos dé estas tres recomendaciones, ya que así es el amor de Dios. ¿No es maravilloso que Dios nos haya amado con un amor de tal calidad? No menos puede ser el que nos prodiguemos sus hijos. (comp. 1ª Juan 4:7-12).

Vivimos un tiempo en el cual el amor se declama y no se practica, sin embargo los creyentes tenemos el ejemplo de nuestro Dios que no agota su amor en palabras, sino que lo lleva a la entrega total.

Algo nos ha llamado la atención en estas últimas semanas, y es que frente a la posibilidad de un contagio de la gripe, muchos han pensado en como preservarse ellos sin importar nada del prójimo; por eso en algunas instituciones o comercios, las personas han debido esperar ser atendidas en la calle en medio del frío intenso. Se nota que cada uno piensa en sí mismo. Es bueno recordar que los creyentes somos llamados a amarnos los unos a los otros, pero también a respetarnos y honrarnos mutuamente (Romanos 12:10)

Hermanos es bueno que extrañemos la comunión, oremos al Señor para que pronto volvamos a estar juntos en forma regular, pero pensemos que ahora podemos hacer mucho para seguir fomentando la comunión cristiana, por ejemplo: una llamada por teléfono, un mensaje de texto, un mail (para los que ingresaron al mundo del correo electrónico), o tal vez una visita, y por supuesto la oración intercesora (Santiago 5:16), pueden ser medios eficaces para seguir manteniendo el contacto.

Como un complemento a este devocional, agregamos una serie de pasajes en donde se nos habla de la comunión cristiana; así, siguiendo la enseñanza bíblica podremos cimentar la comunión unos con otros:

•(Juan 13:34) Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
•(Romanos 12:10) Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
•(Gálatas 5:13) sino servíos por amor los unos a los otros.
•(Efesios 4:32) Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
•(Colosenses 3:9) No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,
•(1ª Tesalonisenses 5:11) Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.
•(Hebreos 10:24) Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
•(Santiago 5:16) Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
•(1ª Juan 4:7) Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
•(1ª Juan 4:11) Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.

Dios nunca está ausente

Se adjudica al conocido comentarista bíblico Mathew Henry la siguiente frase: “El Dios de Israel, el Salvador, es a veces un Dios que se oculta a sí mismo, pero nunca un Dios ausente; a veces está en la oscuridad; pero nunca en la distancia”.

Cuando llegan los momentos de crisis, como los que estamos viviendo, muchas personas hacen una pregunta recurrente: ¿Dónde está Dios? Ciertamente para los creyentes es una pregunta lacerante, ya que trata de carcomer el fundamento de nuestra fe que es Dios mismo y su Palabra. Por eso es interesante el pensamiento de Mathew Henry, a Dios a veces no lo vemos actuar, sin embargo eso no significa su ausencia o desinterés, mas bien es una actitud sabia dentro de sus planes y propósitos.

Mirando la Biblia nos encontramos que en varias oportunidades Dios estuvo oculto pero no ausente. En Daniel se nos relata el comienzo de la triste esclavitud de Israel en Babilonia. Son años de oscuridad y sufrimiento, tiempo en donde no hay lugar para el canto y la alegría, pareciera que Dios se olvidó de su pueblo. Ahora bien, si leemos el libro de Daniel detenidamente, nos damos cuenta que si bien Dios parece oculto, se muestra de una manera sobresaliente a favor de sus siervos y de su pueblo.

En segundo lugar hay un episodio en la vida del Señor Jesús en donde Dios parece ausente. Si bien los evangelios nos hablan de la maravillosa comunión entre Dios Padre y Dios Hijo, en el momento cúlmine del calvario se oye la voz de Jesucristo clamando: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46) . Es tremenda la exclamación, pero no menos la respuesta: el silencio. Una vez mas Dios estaba oculto pero no ausente. Las Escrituras nos enseñan que en los propósitos de Dios, Cristo en esos momentos debía gustar la copa amarga de la ira divina sobre el pecado, acto que lo hacia a favor de cada uno de nosotros (Isaías 53:10,11 / 2ª Corintios 5:21).

En tercer lugar leemos 2ª Pedro 3:4 ¿Dónde está la promesa de su venida?”. El anciano apóstol nos advierte que en los últimos tiempos vendrán personas, tratando de socavar los cimentos de nuestra esperanza: Cristo vendrá otra vez por los suyos. Esta pregunta del vs. 4 es otra manera de decir: ¿dónde está Dios? ¿dónde está tu Dios? Sería bueno tener en cuenta los argumentos de Pedro en este caso: Nuestro Dios es poderoso y justo (vs.5-7), Nuestro Dios no está ajustado por el tiempo como los humanos (vs. 8), Nuestro Dios es paciente y misericordioso (vs. 9), Nuestro Dios cumple su palabra (vs. 10), Nuestro Dios espera fidelidad de su pueblo mientras aguarda el cumplimento de las cosas finales (vs.11-14); por último, nuestro Dios es salvador (vs. 15).

Como dijimos al principio, en este tiempo complicado que tenemos que pasar, muchos estarán preguntándose ¿dónde está Dios?, los creyentes podemos dar testimonio que aunque no lo veamos Dios está presente y que los atributos que describe Pedro en su segunda carta están plenamente vigentes, podemos confiar en Él y esperar de su mano la bendición oportuna.

Repasando, en el primer caso, vemos que Dios estaba presente para sostener y ayudar a su pueblo, en el segundo, estaba presente para cumplir el maravilloso propósito de la salvación y en tercer lugar está presente garantizando nuestra esperanza.

Es nuestra oración, que cada uno de nosotros podamos descubir la presencia de nuestro Dios en nuestra vida, alentándonos, guiándonos y fortaleciéndonos en todo momento. Que podamos darnos cuenta: “puede que parezca estar en la oscuridad, pero nunca en la distancia”.