viernes, 28 de diciembre de 2007

¡CORRAN PARA GANAR!

Ante la inminente venida de nuestro Señor, es indispensable referirnos a un acontecimiento del cual tomaremos parte todos los creyentes: El Tribunal de Cristo. Es importante hablar de este tema, porque por la misericordia de Dios aún nos encontramos a tiempo para corregir aquello que no está andando bien en nuestra vida.

Primeramente quisiéramos enumerar algunos aspectos fundamentales que debemos tener bien en claro:

· La Escritura describe un Tribunal en el cual los creyentes debemos comparecer (Rom.14:10 / 2ª Cor. 5:10).

· Este Tribunal no tiene relación con el Trono Blanco, llamado generalmente Juicio Final (Ap. 20:11).

· El Tribunal de Cristo sucederá después del arrebatamiento de la Iglesia (Lc.14:13-14 / 1ª Tes. 4:16 / Ap. 19:8).

· La esfera celestial será el lugar donde se realizará el Tribunal de Cristo. (1ª Tes.4:17 / 2ª Cor. 5:8).

· Jesucristo será el Juez. (2ª Cor. 5:10 / Jn. 5:22, 27).

· Los redimidos serán los juzgados (2ª Cor. 5:10).

· El creyente es llamado a rendir cuentas en relación con su servicio a Dios (Rom.14:10-12 / 2ª Cor. 3:10,14-15).

· Es un examen en cuanto a su forma de edificar (1ª Cor. 3:9-15).

· Aquellos que son aprobados recibirán como recompensa, su corona (1ª Cor. 9:25; 1ª Tes. 2:19 / 2ª Tim. 4:8 / Stg. 1:12 / 1ª Ped. 5:4 / Ap. 2:10).

· Aquellos que nos son aprobados sufrirán la pérdida de recompensa (1ª Cor. 3.15).

De la lectura de los puntos anteriores, se desprende claramente que el Tribunal de Cristo no es un lugar de juicio y castigo, sino el momento en el cual habrá un reconocimiento público a los fieles creyentes.

Podemos observar en las porciones bíblicas dos expresiones muy ilustrativas. En primer lugar, se nos dice que "es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo" (2ª Cor. 5:10). Quienes conocen correctamente los originales, dan una traducción mas ajustada: "Todos hemos de tener nuestras vidas abiertas delante del Tribunal de Cristo". Es decir, que ante la mirada penetrante del Señor quedarán descubiertas las motivaciones y el carácter de nuestras obras. Por lo general estas son las cosas que están ocultas a los ojos de los hombres, pero en aquel día serán reveladas completamente. Pensamos en que ese momento será muy solemne, porque estaremos delante del Señor, y porque no habrá lugar a excusas. Por otra parte notamos un detalle que parece pequeño, pero no lo es: el texto dice "todos" compareceremos ante el tribunal; estar frente al Señor y abrir nuestras vidas delante de Él será un privilegio de todos los creyentes.

En segundo lugar, se afirma que: "Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego" (1ª Cor. 3:14-15). Esto nos indica, que este tribunal es un lugar en donde se realizará una comprobación. Las obras de los creyentes serán examinadas por el fuego, que como piensan algunos comentaristas, puede referirse a la mirada del Señor (Ap. 2:18). Como ya hemos mencionado es un análisis de las intenciones del corazón, que es lo que realmente cuenta en la obra del Señor; de otro modo el cristianismo sería una cuestión de liturgia y actos religiosos de mero corte externo.

La cláusula, simple y profunda a la vez; dice que si las obras pasan la prueba de fuego examinador, habrá recompensa. Es interesante notar que Dios aprueba a aquel que busca agradarle. En ese sentido hallamos la promesa del Señor: "He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra" (Ap 22:12). De ninguna manera Dios es injusto, para pasar por alto la fidelidad de los suyos. Pero tengamos presente que su justicia también está vigente cuando aquello que es analizado no pasa el examen, allí el creyente sufrirá "pérdida". Esta "pérdida" no esta relacionada con la salvación del alma, ya que este tema no está en tela de juicio; sino que cuando se nos habla de "pérdida", se refiere a perder el premio que uno pudiera haber recibido; es decir dejar de ganar.

Teniendo presente estos conceptos claramente expresados en la Biblia, nos hace reflexionar acerca de la importancia de las cualidades de nuestro trabajo para el Señor. Ni el creyente repleto de actividades, ni el que selecciona minuciosamente sus tareas, ni el que busca la espectacularidad en lo que hace; tienen garantizado que sus obras pasen por el fuego examinador. Sucede que el Señor no mira ni la abundancia, ni el brillo exterior, sino que se preocupa por los métodos que empleamos y los objetivos que tenemos. Cuando sirvamos a nuestro Señor, desarrollemos al máximo nuestros talentos, pero no olvidemos que la obra es de Él, y que nuestro trabajo es para Su gloria.

En una competencia, todos los atletas se preparan con antelación al evento, de tal manera que a la hora de la largada, puedan participar y llevarse el primer premio. A ningún concursante se le ha ocurrido la idea de que no es importante ganar la corona, todos quieren obtenerla y harán lo posible por alcanzarla. En la vida cristiana sucede igual; hay una carrera por delante, hay un galardón que obtener, y Cristo, Juez Justo, lo dará a aquel que llegue a la meta victorioso. No seamos indolentes, menospreciando ese magnifico premio. ¡Hermanos corramos la carrera! ¡corramos para ganar!.

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