sábado, 4 de octubre de 2008

La Palabra actúa

Los creyentes somos enormemente bendecidos por Dios. Comenzando por el maravilloso hecho de que tenemos toda bendición espiritual en Cristo Jesús, pasando por las incomparables promesas que alientan nuestra fe, y llegando a las enseñanzas sencillas y profundas a la vez, de su Palabra.

Justamente, el tener este maravilloso libro, la Biblia, es una bendición que no siempre solemos apreciar en su justa medida. ¿Que sería de nosotros sin ella? Es cierto que Dios tiene el poder y la autoridad para transmitirnos el mensaje de la forma que Él lo desee. Sin embargo nos ha dejado la palabra escrita, ya que es la forma mas precisa y universal de transmitir su mensaje. Este hecho lo podemos vislumbrar en la forma en que se ha difundido este sagrado libro. Miles de traducciones, aún en los dialectos menos frecuentes, revisiones y actualizaciones del idioma, infinidad de presentaciones distintas de tal manera que cualquiera pueda acceder a ella. Dios ha obrado un milagro con la difusión de su Palabra, ya que ella ha llegado a lugares insospechados aun por el más entusiasta.

Tener a la Biblia siempre presente, es de gran importancia. Miremos el ejemplo del Señor Jesús, en la hora de su tentación le recuerda a Satanás aquello que "escrito está" (Mt. 4:1-11), como una manera de afirmarse en la verdad. En medio de la controversia con los saduceos, el Señor les reprocha duramente su incredulidad diciéndoles "erráis ignorando las Escrituras y el poder de Dios" (Mt. 22:23-33) junto al recordatorio de aquello que habían leído pero que no creían.

Justamente este es el aspecto que quisiéramos destacar por medio de estas líneas: Nuestra actitud frente a la Palabra de Dios.

Como dijimos, esta generación ha sido bendecida con una extraordinaria difusión de la Palabra de Dios, en muchos hogares cristianos hay por lo menos un ejemplar de la Biblia; la cuestión esencial es como nos acercamos a ella.

Una clave acerca de este tema nos brinda el ejemplo de nuestros hermanos en Tesalónica. Pablo defiende su ministerio entre ellos, habla de su denuedo y esfuerzo, destaca la sinceridad y el amor que lo impulsó a predicar la Palabra y el cariño que tiene por la iglesia, para finalmente destacar la actitud de los tesalonicenses: Recibieron la Palabra creyendo en ella.

Con toda seguridad, allí encontramos la gran diferencia entre los tesalonicenses y los saduceos mencionados en el evangelio de Mateo, los primeros creían a Dios, los segundos no.

La pregunta es ¿por qué no creemos en lo que Dios nos dice en su Palabra?. Tres son los factores concurrentes en este asunto. Podríamos identificarlos con los tres "por qué":

¿Por qué creerle a Dios?. Esta es la pregunta más antigua del mundo. En el Edén, Satanás introdujo en el corazón de Adán y Eva la duda acerca de la veracidad de los dichos de Dios. ¿Con que Dios os ha dicho...? Así comenzó el astuto razonamiento de la serpiente, que desembocó en el pecado de nuestros primeros padres. A lo largo de la historia de la humanidad la pregunta sigue vigente: ¿Por qué creerle a Dios acerca de lo que dicen sobre la creación del mundo? ¿Por qué creerle a Dios lo que dice acerca de las pautas morales para el ser humano? ¿Por qué creerle a Dios cuando nos llama al arrepentimiento y la fe como condición imprescindible para alcanzar la salvación?. Pensamos que este razonamiento demuestra básicamente una crisis de fe, es decir la falta de convicción y certeza en lo que Dios nos dice en la Biblia.

¿Por qué hacerlo de esta manera?. En el Antiguo Testamento encontramos la historia de un rey que pensó que podía hacer las cosas a su manera. El Rey Saúl creyó que las circunstancias lo habilitaban a tomar decisiones extremas, como por ejemplo ofrecer sacrificio, cosa que le estaba prohibido. Saúl desestimó el mandamiento de Dios e hizo como mejor le parecía, cometiendo un pecado que le ocasionó la pérdida de su reinado. Alguien podría preguntar: ¿y cuál es el problema?. El problema es la desobediencia. Dios ha dejado claros y precisos mandamientos que deben ser cumplidos, fundamentalmente por el hecho de que son el mandamiento de un Dios sabio, justo, soberano. Cuando los desobedecemos, estamos afrentando al carácter mismo de Dios. Volviendo al ejemplo de Saúl, en su segunda equivocación, aprendió que "el obedecer es mejor que los sacrificios" (1ª Sam. 15:22), ya que el cumplimiento de las ordenanzas divinas es mayor que cualquier tipo de ritual. Cuando leemos en la Biblia acerca de lo que Dios espera de nosotros y de cómo debemos hacer las cosas, Él espera una sola actitud de nuestra parte: La obediencia.

¿Por qué pasan estas cosas?. Elías es el gran profeta de Israel, ha sido protagonista de un milagro de parte de Dios; asimismo ha quitado de en medio a los sacerdotes paganos que pervertían a la nación de Israel. Dios le ha demostrado su poder de distintas maneras, sin embargo al final de unas jornadas tan intensas como emocionantes, lo vemos a Elías deprimido y angustiado (1ª Rey. 19). El profeta no entiende las cosas, esa extraña mezcla de enojo y depresión dominan su mente, aún la presencia de Dios en Horeb, es una buena oportunidad para que el profeta manifieste su enojo. En circunstancias similares nosotros también nos preguntamos ¿por qué pasan estas cosas? ¿por qué Dios actúa así? ¿por qué los planes de Dios son tan distintos a los míos? ¿por qué demora en contestar?, seguramente nuestros lectores tengan algunos otros "por qué" para agregar. Elías aprendió que Dios tenia planes bien determinados para la nación, que Acab y su esposa ya tenían las horas contadas y que aún había muchos que en medio de circunstancias adversas le habían sido fieles. Una buena manera de enfrentar las dudas, es recordar que nuestro Dios no es un improvisado. Él tiene un "anticipado conocimiento" de todas la cosas, y que sus planes no pueden ser abortados por nadie. El razonamiento de los "por qué" atenta contra una actitud que todo creyente debe mostrar en su vida: Dependencia de Dios.

Está claro que cuando nos acercamos a la Biblia, y nuestra mente está dominada por algunos de estos "por qué", lo único que estamos haciendo es acumular solamente un conocimiento intelectual. Pero cuando la actitud es como la de los tesalonicenses, la Palabra de Dios toma una dimensión totalmente diferente, esa Palabra actúa poderosamente transformando nuestra vida.

Hermanos acerquémonos a las Sagradas Escrituras, reconociendo en ese sagrado libro a la Palabra de Dios, y en un verdadero acto de fe, permitamos que actúe en nosotros.

"Miguitas de Ternura"

Se puede observar en cada interpretación del cantante Alberto Cortéz, una característica muy particular. Cada frase que interpreta, es la pincelada de un cuadro que podemos visualizar en nuestra imaginación.

En la canción que lleva por título "Miguitas de ternura", nos muestra tres situaciones: primero un niño vagabundo, solo en la calle procurando a pesar de su corta edad el sustento propio y el de su familia. En segundo lugar, una mujer de la vida ofreciendo como mercancía aquello que Dios ha regalado al ser humano para ser usado en pureza. Finalmente se observa un abuelo, que en soledad, ve pasar sus horas en una plaza. La canción dice que en un hipotético dialogo con cualquiera de los tres personajes, ellos nos dirían lo que expresa el estribillo:

"... miguitas de ternura yo necesito,
si te sobra un poquito, dámelo a mí ..."

Pensamos que los tres cuadros son muy acertados. Solo hace falta echar un vistazo a nuestro alrededor para ver a cientos de chicos que deambulan en la calle, y que se están formando no en el pupitre de un aula, sino en la dura realidad del asfalto. Mujeres cada vez más jóvenes que por necesidad u obligación, se entregan como prenda a las más bajas pasiones. Ancianos, solos, viviendo una realidad que también a ellos los castiga. No hay dudas que vivimos rodeados de injusticia y de desigualdad, pero lo más doloroso es que la sociedad se ha endurecido de tal manera, que no tiene ni siquiera "miguitas de ternura" para aquellos que sufren en este duro mundo.

Por ello es importante fijar la atención en los mandamientos de Dios (Marcos 12:28-34). El primero de ellos es amarle de una manera integral (corazón, alma, mente, fuerzas). El Señor Jesús lo califica como principal, porque no hay cristianismo sin amor incondicional a Dios. Pero el segundo no es menos importante; el Señor lo describe como semejante al primero, no porque los dos se refieran al amor, sino porque Dios espera que ambos sean cumplidos por igual. La medida de este mandamiento es clara: amar al prójimo como a uno mismo. Es decir que el creyente no debe conformarse con ofrecer "miguitas de ternura", sino por el contrario una expresión de amor genuino e intenso.
¡Qué gran mandamiento de Dios! ¡Qué alta la medida! Pero lamentablemente a veces ¡qué lejos estamos!.

Sería injusto de nuestra parte, ignorar a muchas personas que han dedicado su vida a servir a los demás, tenemos grandes ejemplos en historia pasada y contemporánea. Pero en la vida del creyente, el amor no es una virtud altruista, sino el fruto que produce el Espíritu Santo cuando somos susceptibles a su actividad.

¡Que grande es Dios!, vio nuestra necesidad y para expresar su amor entregó a su hijo Jesucristo; es decir, nos dio lo mejor. Nosotros los creyentes, siguiendo el ejemplo de nuestro Dios, no nos conformemos con las "miguitas", abramos nuestro corazón a nuestro semejante.

PAUTAS PARA LA CONDUCTA DE LA MUJER CRISTIANA

Por Ana María H. de Giannelli

En cierta oportunidad, escuché a una madre decir a su hija (cristianas ambas): - "cuidado con tu conducta porque eres una hija del Rey", frase que me quedó grabada, y más aún ésta: "Sed santos en toda vuestra manera de vivir" (1ª Pedro 1:15). ¡Qué privilegio! por un lado el ser hija del Rey, pero ¡Qué responsabilidad!, porque espera de sus hijas LA SANTIDAD EN TODO.

Dios en su Palabra, nos habla claramente cómo debe ser nuestra conducta como cristianas, así como coronó su creación creando a la mujer, nos pide que seamos santas, "diferentes", ya que Cristo nos dio el lugar de honor y libertad.

El apóstol Pablo en 1ª Cor. 11:7 dice que somos "la gloria del varón", y ninguna escapa a esta gran responsabilidad, desde niñas y jovencitas hasta esposa, madres y abuelas cumpliendo con lo que la Palabra de Dios ordena a cada una. La mujer cristiana debe ser luz en todo momento y lugar, no debe dejar de brillar: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt. 5:16) y siendo "... ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza." (1ª Tim. 4:12) y muchísimos versículos más que hablan por sí solos como todo el libro de los Proverbios que resaltan verdades que una hija de Dios debe cumplir en su diario vivir, demostrando una conducta recta y amorosa hacia su prójimo.

El amor de Cristo en nosotras debe ser demostrado con una conducta reverente, no calumniadora y prudente, que sea percibida como un olor grato para aquellos que nos rodean.

Es fundamental recordar que un carácter cristiano, un corazón amante, generoso y fiel, son el resultado de Cristo habitando en el corazón. Tu conducta es una consecuencia de haber rendido tu vida al Señor. Puede que tu proceder sea correcto aún sin el Señor Jesús como tu Salvador, pero como el joven rico de Marcos 10: 17-22, si no te humillaste y confesaste tus pecados a Cristo en vano es que intentes agradarle, ya que tu buena conducta no nace de un corazón transformado.

Tampoco olvidemos lo que nos enseña Proverbios 20:11,12 que las acciones hablan más que las palabras, tanto es así que la conducta obediente, amante y devota de una mujer puede ganar al marido inconverso para Cristo (1ª Pedro 3:1, 2)

¡Si, debemos vivir a Cristo diariamente! para que brillemos, porque el Señor nos puso como luz y como sal para que lo que se viese en nuestras vidas, crease hambre y sed de Cristo:

· No pongas tu luz en un lugar encubierto, queriendo ocultar que eres de Cristo.
· No la tapes con tus ocupaciones que te harán perder el hábito de tu momento devocional
· No la pongas debajo de la cama con tu pereza, sueño y comodidad.
· Que tu luz refleje la luz de Aquel que brilló perfectamente en este mundo.

J. D Pentecost en su libro "El Sermón del Monte" escribe: "Si tu forma de vida se parece tanto a la forma de vida de los no salvos que no se puedan ver diferencias entre ellos y tú, es imposible ser sal y desoyendo la Palabra de Dios nunca podrás ser luz". ("...Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos" - Jer.15:19 - recomiendo leer desde el vs. 15 hasta el 21).

Presta atención a estos consejos para vivir una vida diferente a los parámetros de este mundo y de acuerdo a los mandamientos divinos:

· Comunión diaria con Cristo: La lectura de su Palabra te guiará en cada paso que debas dar, ella debe ser tu manual de vida, te enseña lo que debes hacer, te reprende en lo que debes dejar de hacer, corrige lo que debes cambiar e instruye en lo que debes comenzar a hacer. La oración constante ,sincera, persistente y eficaz, puede mucho. Debe ser la ocupación más importante de toda cristiana. Tu conducta será otra si eres una mujer de oración.

· Crece en espiritualidad (viviendo una vida llena del Espíritu Santo): Si tienes pecados ocultos, no confesados, estás contristando al Espíritu Santo. Confiesa tu pecado, pide al Señor perdón y limpieza, de tal manera que su Santo Espíritu ocupe más y más tu vida. Recuerda que tenemos un mandamiento:"Sed llenos del Espíritu Santo" (Gálatas 5:18).

· Manifiesta tu amor por Cristo en todo momento: Si Cristo es el dueño de tu vida, tu corazón debe estar lleno de amor, que es lo primero en la lista del fruto del Espíritu Santo. El amor a Cristo comienza con nuestra devoción y obediencia a Él. También debe manifestarse con hechos hacia quienes te rodean, demostrando paciencia, bondad, sencillez, humildad, calma, cortesía y perdón."No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad" (1ª Jn.3:18).

Que puedas apropiarte del versículo, "...ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí", porque el secreto del carácter cristiano es que puedas parecerte más y más a Él que es el modelo perfecto.