martes, 22 de enero de 2008

La lesión mas importante

Las charlas de fútbol, tradicionalmente siempre han sido una actividad exclusiva de los hombres. No obstante ello, en estos últimos tiempos observamos que son cada vez más las mujeres que se acercan a este deporte, y por supuesto también tienen una opinón al respecto. Si bien la noticia que vamos a comentar está relacionada al mundo del fútbol, no es estrictamente una información deportiva.

Sucede que en estas últimas semanas, se ha hablado de dos jugadores de fútbol con lesiones muy similares. Uno de ellos, de veintiún años y con un futuro profesional muy importante; por hallarse sumido en la depresión por causa de su problema, se quitó la vida, sorprendiendo a propios y extraños por tan desdichada decisión.

Como contracara, el otro deportista, perteneciente a un club de nuestra ciudad, reflejó ante todos los medios de comunicación, a pesar de la tristeza por la lesión, un espíritu de paz y confianza, que dejó admirados a todos aquellos que no le conocíamos.

Como bien lo expresara en repetidas oportunidades este joven deportista, la gran diferencia, es que él tiene a Cristo en su corazón.

Esto nos inspira algunas reflexiones: En primer lugar, observamos que las adversidades en nuestra vida, pueden convertirse en maravillosas oportunidades para dar testimonio de nuestra fe en Cristo. Es importante resaltar que este joven hermano ha sido escuchado por mas personas que cualquier otro predicador. En segundo lugar, podemos ver una vez más la importancia del testimonio personal; porque las vivencias de los cristianos siempre causan impacto en nuestros semejantes.

No podemos dejar de pensar en el joven que se quitó la vida, la lesión más importante no era la de su pierna, sino la del alma. Sin Cristo, nuestro ser está vacío, y creemos que cualquier cosa ha de llenarlo. En este caso, la tristeza, la amargura y la sensación de fracaso pudo más que la juventud, un futuro promisorio, y una familia que lo rodeaba. Necesariamente debemos preguntarnos ¿Cuántas chicas y muchachos a nuestro alrededor padecen este mismo problema y nosotros no lo sabemos? ¿Qué estamos haciendo para que ellos también conozcan a Cristo? ¿Es suficiente?. Estas preguntas, nos deben motivar a anunciar al mundo que Dios envió a su Hijo Jesucristo “a sanar a los quebrantados de corazón” (Lucas 4:18).

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